Ideas de inversión

Guerra, economía y mercados

Cualquier guerra es una tragedia que implica muerte, sufrimiento y destrucción. La guerra en Ucrania no es una excepción. Dicho lo anterior, es imprescindible analizar los distintos escenarios asociados a la continuidad de la guerra para poder hacer cualquier previsión económica o de la evolución de los mercados financieros.

La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, comentó en la reciente reunión del G20 que "acabar esta guerra es ante todo un imperativo moral... pero también es lo mejor que podemos hacer por la economía global". Es evidente que la guerra condiciona cualquier previsión económica y lastra el crecimiento global.

Lamentablemente, el escenario de un final rápido de la guerra y una vuelta a la situación anterior a la invasión rusa en febrero de 2022 es altamente improbable. Incluso en el muy inverosímil escenario de un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra, la desconfianza creada por la invasión rusa hace casi inviable una vuelta a la situación previa a la invasión de Ucrania, como si nada hubiera ocurrido.

El mejor de los escenarios factibles es un alto el fuego duradero, sin que implique un acuerdo de paz. En ese escenario, las sanciones a Rusia seguirían vigentes por un tiempo indeterminado. La división entre los países que aplican sanciones a Rusia y aquellos que no lo hacen se acentuaría. Esta división es cada vez más patente. Así, en la última reunión del G20 no ha sido posible sacar un comunicado conjunto debido a las discrepancias sobre la guerra en Ucrania. En la reciente cumbre entre la UE-CELAC, se han puesto de manifiesto dichas diferencias. Mientras que la UE ha impuesto sanciones a Rusia, ninguno de los países latinoamericanos se ha unido a dichas sanciones.

En una prolongación de la situación actual, o con un eventual alto el fuego, parece evidente que la triangulación de las operaciones comerciales con Rusia a través de terceros países se consolidará. A modo de ejemplo, Armenia ha incrementado la exportación de coches a Rusia, en un año, desde menos de un millón de dólares a más de $180 millones al mes. Es obvio que dichos vehículos no han sido producidos en Armenia, sino que han sido operaciones trianguladas. Esto ocurre con todo tipo de productos, incluso los energéticos. De hecho, desde que Suiza se sumó a las sanciones contra Rusia, gran parte del comercio de productos energéticos rusos se ha trasladado de Ginebra a Dubái. Cerca del 90% de los contratos de venta de petróleo realizados en Dubái nunca tocan sus puertos. Los cargamentos van directamente desde puertos rusos a destinos de África, Asia y Latinoamérica.

En cualquiera de los escenarios previsibles, bien un alto el fuego, bien un mantenimiento de las hostilidades, las incertidumbres sobre factores como el precio de los alimentos o el precio de los productos energéticos seguirán vivas y condicionan posibles repuntes de la inflación.

La terminación y no renovación del Acuerdo de Grano del Mar Negro, mediante el cual Ucrania exportaba cereales a través del Mar Negro, ha provocado un aumento inmediato de los precios de los futuros del trigo. De mantenerse esta situación, provocaría un nuevo aumento del precio y escasez de alimentos esenciales en algunos de los países importadores de dichos productos desde Ucrania.

Por su parte, a pesar de la caída de los precios de los productos energéticos desde los niveles de hace un año, y de los elevados niveles de inventarios de gas en la UE, la IEA (Agencia Internacional de la Energía) advierte de posibles nuevas tensiones y volatilidad en el precio del gas si Rusia cortara los suministros de gas que siguen llegando a Europa.