Ideas de inversión

El trilema energético

Jesús Sánchez-Quiñones

Consejero Director General

Todo gobierno debe decidir cómo afrontar el "trilema energético": qué factores priorizar en su política energética entre la seguridad del suministro, la asequibilidad de la energía disponible y la sostenibilidad medioambiental de las fuentes de energía utilizadas. En caso de no ser posible conseguir los tres factores, es crucial decidir cómo priorizar los tres factores mencionados. Fuera de Europa y de Estados Unidos lo tienen claro. En el resto de países prima el desarrollo de la economía y, por tanto, la seguridad del suministro y la asequibilidad del mismo, quedando la sostenibilidad como tercera prioridad.

A mayor desarrollo económico, mayor consumo de energía. La mayor parte de la población del mundo se encuentra en países en desarrollo. Según vayan desarrollándose económicamente estos países, su necesidad de consumo eléctrico será mayor por el crecimiento de la población y la prosperidad económica. Comparado con Europa y Estados Unidos, los países en desarrollo consumen en torno a un 80% menos de petróleo y un 90% menos de gas por persona y año.

Ante la necesidad de suministrar la energía requerida para el crecimiento económico de los países en desarrollo, como China o India, el empleo del carbón como fuente de energía sigue incrementándose a nivel global hasta máximos históricos. Aunque Estados Unidos y Europa han reducido su empleo en un 20% en 2023, China, India e Indonesia están aumentando su producción. Es imposible que las economías emergentes no utilicen fuentes fósiles. El carbón sigue suponiendo hoy el 25% del consumo energético global. Países como China, a partir de un determinado precio del gas, pasan a consumir más carbón en lugar de gas. Prima la seguridad en el suministro y la asequibilidad del mismo.

El incremento del consumo de energía a nivel global en las próximas tres décadas se estima en al menos un 50%, motivado por el incremento de población y el crecimiento económico. Aunque en Occidente las inversiones necesarias para afrontar este incremento de la demanda se están centrando en las energías renovables, desechar y limitar las fuentes tradicionales de energía, especialmente las de origen fósil, es poco realista si no se quiere crear un caos económico.

El peso de los hidrocarburos se ha reducido del 83% al 80%

El CEO de Aramco, a quien se le pueda achacar interés de parte, manifestaba recientemente que la estrategia de eliminar gradualmente el empleo del petróleo y el gas es una "fantasía". La estrategia actual no se centra realmente en la reducción de emisiones, sino en las fuentes de energía, centrándose exclusivamente en sustituir hidrocarburos por alternativas. Se considera a las energías fósiles como el enemigo de la transición, cuando son imprescindibles para que la transición energética avance.

Desde principios de este siglo, la demanda absoluta de hidrocarburos ha crecido en unos 100 millones de barriles equivalentes de petróleo por día, aunque el peso de los hidrocarburos se haya reducido del 83% al 80% del mix energético global.

Intentar sustituir las fuentes de energía actuales por nuevas tecnologías y otras fuentes de energía antes de que estas sean competitivas económicamente y cuenten con la infraestructura necesaria, puede ocasionar problemas en la seguridad del suministro y un encarecimiento de la energía poco compatible con el crecimiento económico.

Las energías renovables y las energías fósiles son complementarias. Sin petróleo no hay transición energética. Las turbinas de viento están hechas de acero, fibra de vidrio, resinas o plásticos, hierro y aluminio. Todos estos componentes no se pueden conseguir sin la utilización de petróleo o gas en su producción. En el caso de los paneles solares ocurre algo similar. Para su fabricación se necesita: vidrio, plásticos polímeros, aluminio, cobre y otros metales. De nuevo, no es posible la obtención de estos componentes sin el empleo de petróleo o gas. Lo mismo ocurre con las baterías de litio.

Tiene poco sentido fomentar de forma intensiva las inversiones en las energías renovables arguyendo que las inversiones en petróleo y gas, imprescindibles para conseguir los componentes necesarios para dichas energías, deben acabar.

En la gestión del "trilema energético", Europa está priorizando la sostenibilidad medioambiental sobre la seguridad del suministro y la asequibilidad de la energía. Ello ha provocado que docenas de empresas de sectores intensivos en energía, como químicas, acero, cerámica, vidrio o fertilizantes, hayan cesado o reducido su actividad en Europa. En el caso de Alemania, la producción de compañías energéticamente intensivas ha descendido a niveles de 2006.

La producción que ha desaparecido de Europa se ha sustituido por producción elaborada en otras áreas geográficas con menos miramientos sobre la sostenibilidad medioambiental. Europa en algún momento virará su política y priorizará la seguridad del suministro y su asequibilidad poniendo como tercera, y no primera prioridad, la sostenibilidad.