Los máximos históricos del Dow Jones y del S&P que esperábamos al finalizar nuestro anterior comentario se han alcanzado, efectivamente, en la sesión del pasado jueves, después de que el miércoles la Fed rebajase medio punto los tipos de interés, una decisión largamente anunciada. Dentro de las dos opciones que tenía, rebajar un cuarto de punto o medio punto, Powell optó finalmente por la más agresiva, medio punto, tal vez queriendo enmendar la, según algunos, excesiva tardanza en iniciar el proceso de abaratamiento del dinero, a pesar de que en los últimos meses la inflación había bajado notablemente y el empleo daba síntomas de fatiga.
Tras una primera reacción negativa a última hora de la sesión del miércoles, que nos trajo de nuevo a la cabeza esa “fractalidad” de las Bolsas a la que aludíamos la semana pasada, los inversores interpretaron en la sesión del jueves de forma muy clara que la Fed entra ya de forma decidida en fase “expansiva” y que las sucesivas bajadas de tipos que anunció Powell (en su mensaje dejó claro que esta es la primera de una serie de bajadas) llevarán a un crecimiento económico fuerte, en un contexto de inflación moderada. Una combinación, piensan los inversores, que hará subir mucho a las Bolsas. El S&P traspasó al alza los 5.700 puntos el jueves y el Dow Jones los 42.000 puntos, mientras varias compañías, como Meta, Netflix, Paypal, American Express y Boston Scientific, entre otras, alcanzaron máximos históricos de todos los tiempos en la sesión.
En realidad, Powell no expresó con esa claridad la idea de un fuerte crecimiento en su mensaje del miércoles posterior a la reunión, sino que se limitó a ratificar el escenario de “aterrizaje suave”, descartando la por algunos temida recesión. Pero no entró a comentar si después del aterrizaje suave vendrá un crecimiento igualmente suave, positivo, pero moderado, o como parecen pensar las Bolsas, un crecimiento fuerte y vigoroso.
Lo cierto es que gracias, fundamentalmente, a la sesión del jueves, los índices han terminado la semana en positivo y con ganancias del 0,6% en el Eurostoxx, del 1,6% en el Dow Jones, del 1,36% en el S&P, del 1,5% en el Nasdaq, del 2,08% en el Russell 2000, del 3,1% en el Nikkei y del 0,6% en el Eurostoxx. En el caso del S&P y del Dow esas subidas han llevado a nuevos máximos históricos, alcanzados en la sesión del jueves, pero tanto el Nasdaq Composite como el Nasdaq 100 siguen por debajo de sus récords históricos del pasado 11 de julio y lo mismo les pasa al Russell 2000, (cuyo récord fue el 31 de julio, y al Nikkei, que cerró el viernes en 37.723 puntos, muy lejos de los 42.426 que alcanzó el 11 de julio.
En los dos últimos comentarios hemos venido analizando la situación técnica de los índices americanos, con la idea de que mientras no rompan los máximos históricos no podemos hablar de ciclo alcista, pero a la vez tampoco podemos hablar de ciclo bajista si no se rompen a la baja los niveles del 5 de agosto. Esta semana, tras las subidas antes comentadas, el S&P y el Dow Jones han roto al alza los máximos del pasado julio, pero el Nasdaq, el Russell y el Nikkei, no.
No cabe duda de que es muy positivo que el Dow y el S&P rompan sus respectivos techos, pero falta el Nasdaq y esto es importante porque las tecnológicas son las líderes de este ciclo. También nos fijábamos la semana pasada en si los índices habían recuperado o no los niveles de fin de agosto. En este caso, todos los índices americanos, incluido el Nasdaq, los han superado. La situación técnica, por tanto, ha mejorado, pero falta que el Nasdaq se sume a esa mejora, sobre todo, el Nasdaq 100, que representa a las grandes tecnológicas y que, por tanto, es el índice a seguir.
También nos hemos venido fijando en Nvidia, como valor que simboliza el súper rally del 2023 y 2024, y que en cierto modo es, como hemos dicho en varias ocasiones, un “proxy” de lo que va a hacer el resto de la Bolsa. Pues bien, Nvidia ha bajado un 2,6% la semana pasada y cerró el viernes en 116 dólares, un 17% por debajo de sus máximos históricos del 20 de junio en 140 dólares por acción.
Por tanto, a nivel técnico, el aspecto de los índices ha mejorado, pero el Nasdaq 100 sigue en terreno indefinido, en los 19.791,5 puntos a los que cerró el viernes. Lejos de los 18.000 puntos que marcarían un nivel de inquietud a la baja en el caso de ser traspasados, pero lejos también, en la dirección contraria, de los 20.691 puntos de récord histórico del 10 de julio, cuya superación marcaría la vuelta a una tendencia alcista. Haría falta casi un 5% de subida para llegar ahí.
A nivel fundamental, tras las subidas provocadas por la decisión de la Fed, las Bolsas han vuelto a niveles muy exigentes y, por tanto, están en situación bastante vulnerable ante cualquier noticia que no guste. Sin llegar a afirmar, como lo hacen algunos analistas, que las Bolsas han vuelto a niveles de burbuja, lo cierto es que estos precios descuentan un escenario casi perfecto y cualquier desviación de ese escenario, aunque sea pequeña, puede dar lugar a correcciones bruscas. Ya lo vimos con los resultados de Nvidia publicados a fin de agosto. Hay, en definitiva, poco margen de error.
Las Bolsas llevan acumulada una subida muy notable en los últimos dos años, con el MSCI World anotándose un 55% desde octubre de 2022. Esa subida ha ido celebrando, sucesivamente, la constatación desde fines de 2022 de que la temida recesión global no iba a llegar, y luego el llamado “aterrizaje suave”. Pero las últimas subidas, que han llevado al S&P por encima de los niveles objetivo medios que le asignaban a principio de año los gestores más alcistas, parecen descontar algo más que la “no recesión” y algo más que el “aterrizaje suave”. Parecen descontar una fuerte aceleración del crecimiento mundial para los próximos años. Y eso es algo que está por ver.
A la espera del inicio de la temporada de publicación de los resultados empresariales del tercer trimestre, esta semana habrá datos macro importantes a ambos lados del Atlántico. En Europa, los PMI preliminares de septiembre y la encuesta IFO de confianza en Alemania. En Estados Unidos, también los PMI preliminares de septiembre, la encuesta de confianza del consumidor de la Conference Board, la segunda lectura del PIB del segundo trimestre y, sobre todo, el deflactor de gastos personales (PCE deflator), que es el indicador de inflación que sigue la Fed y que se espera que pueda subir alguna décima desde el 2,5% de julio.
Esperaríamos una semana de consolidación, que podría incluso ser ligeramente bajista si no fuese porque estamos a fin de mes y fin de trimestre. Y siempre hay un deseo de terminar con una buena foto.