Con el trasfondo de una Fed dividida que cumplió el guion y bajó los tipos de interés un cuarto de punto, pero a la vez fue muy cautelosa a la hora de anticipar futuros recortes para el 2026, las Bolsas han seguido apoyándose, una semana más, en la expectativa de un nuevo ciclo de crecimiento global basado en la revolución tecnológica de la inteligencia artificial (IA) y en un escenario generoso de liquidez, ampliado ahora con el nuevo dinero privado digital.
Con esa premisa, las Bolsas han sorteado una semana más el tan anunciado estallido de la burbuja de la IA, y han proseguido la rotación desde valores tecnológicos hacia valores más tradicionales que se habían quedado rezagados. Esa rotación se refleja muy bien en los índices americanos, ya que el tecnológico Nasdaq ha caído un 1,6% en la semana, mientras que el más tradicional, Dow Jones, ha subido un 1,05% y el S&P, que combina empresas de ambos segmentos, se ha quedado en medio, con un descenso del 0,6%. El Russell 2000, por su lado, ha subido un 1,2% en la semana, mostrando también la rotación del dinero hacia las empresas de menor capitalización, una tendencia que ha sido muy clara las últimas semanas y que ha llevado al Russell 2000 nada más y nada menos que a marcar su máximo histórico de todos los tiempos en los primeros compases de la sesión del pasado viernes. Aunque hay que decir que, al final, el Russell, igual que los demás índices norteamericanos, no se libró de las caídas al cierre.
En el caso de los índices europeos, las empresas más tradicionales, ya sean de consumo o industriales, han seguido impulsando al Ibex (+1% en la semana) y al Dax (+0,7% en la semana), pero tanto el Eurostoxx como el Stoxx 600 han estado planos (-0,01% en la semana ambos).
El cuadro general de evolución de las Bolsas, que podría completarse con la subida semanal del 0,7% del Nikkei, muestra, por tanto, tranquilidad, en línea con lo que venimos anticipando en los últimos comentarios y lejos, por tanto, de la idea de Michael Burry de que todo se va a desmoronar (“the whole thing’s just gonna come down”). Más bien lo que vemos es esa corrección selectiva que en nuestro anterior comentario calificábamos como “inteligente”, ya que es una corrección necesaria y a la vez conveniente, y que debería continuar precisamente para evitar que puedan venir derrumbes como el anunciado por Michael Burry.
Lo interesante es que los recortes de las empresas que habían subido mucho, que en general son las vinculadas a la alta tecnología y a la IA, se compensan a nivel de índices con la subida de otros valores que habían quedado rezagados. La semana pasada vimos cómo dos valores tecnológicos que presentaron resultados, Oracle y Broadcom, sufrieron fuertes caídas semanales, del 12,7% y 7,8%, respectivamente, arrastrando a otros valores tecnológicos como Nvidia, que cayó un 4% en la semana; pero a la vez vimos fuertes subidas en otros valores como Lululemon, que el viernes subió casi un 10% tras presentar sus cifras trimestrales.
Esa rotación ya la habíamos visto la semana anterior en las Bolsas europeas, con la fuerte subida de Inditex, que ayudó a la subida del Ibex y del Eurostoxx. Y la hemos vuelto a ver esta semana con las subidas semanales de más del 5% de Carrefour, Alstom o Arcelor, mientras que la tecnológica ASML ha caído un 2,8% en la semana y el gigante alemán del software SAP ha recortado un 2,4%. Son solo algunos ejemplos de esa rotación permanente, que como decíamos es muy positiva, y por eso la calificamos como “inteligente”, porque ayuda a quitar presión a empresas que se habían recalentado excesivamente y a la vez permite a los índices mantenerse y evitar la sensación de inestabilidad o desplome, porque el dinero no sale de la Bolsa, sino que cambia de sitio.
La pregunta ante estos movimientos de rotación y ante esta salida del dinero de los valores tecnológicos, sobre todo los vinculados a la IA, para ir a valores tradicionales, es si estamos ante un cambio de fondo en las Bolsas o no. Es decir, la pregunta es si esa rotación de las últimas semanas, que se agravó el viernes tras la publicación de las cifras de Oracle y Broadcom, implica un relevo en el liderazgo bursátil, que nos llevaría en el 2026 a un cierto “invierno tecnológico” para las empresas hasta ahora líderes, y muy especialmente para las compañías de IA.
En nuestra opinión, no estamos ante ese escenario de relevo de las tecnológicas, ni por tanto de relevo de las Bolsas americanas. Vemos la rotación más bien en positivo, como una extensión del mercado alcista más allá de las grandes tecnológicas, hacia compañías más tradicionales, pero de calidad, en los sectores industrial, de consumo, sanitario o financiero, sin que ello suponga una pérdida de liderazgo de las tecnológicas.
Se trata de ajustes de fin de año, que corrigen excesos, pero no alteran el gran dibujo, el “big picture”. Y el “big picture” es que hay una reordenación global en marcha, que se está empezando a conformar un “nuevo régimen” que nace al calor de la IA y de la innovación que suponen los activos digitales y la tokenización. Ese nuevo régimen todavía no tiene contornos claros porque está en sus inicios (como diría Larry Fink: “in the very very beginning”), pero ha venido para quedarse y está liderado por las compañías innovadoras.
En base a ello, y a pesar de la fea sesión de cierre semanal del pasado viernes, seguimos viendo un fin de año y un inicio de 2026 tranquilos, si bien el año es muy largo y sería raro que no se produzca en algún momento una corrección del 10% o incluso el 20%, propia de los periodos en los que se está conformando un escenario estructuralmente distinto. Esa cautela tal vez es la que mueve al estratega jefe de Bank of America, Savita Subramanian, a fijar al objetivo del S&P para el 2026 en 7.100 puntos, muy por debajo de la de los restantes bancos de inversión globales, cuyos niveles objetivo están, como decíamos la semana pasada, por encima de los 7.500 puntos.
Hay muchos candidatos a ser el detonante de una posible corrección, pero uno de ellos es el excesivo apalancamiento en las operaciones corporativas que estamos viendo. Un ejemplo es la OPA sobre Warner en la que compiten Paramount, con una oferta que incluye financiación de deuda por 54.000 millones de dólares comprometida por Bank of America, Citigroup y Apollo; y Netflix, cuya financiación en deuda asciende a 59.000 millones de dólares, comprometidos por Wells Fargo, BNP y HSBC. Este tipo de apalancamientos nos suenan a película que ya hemos visto antes.
En definitiva, vemos un horizonte positivo para el 2026, liderado por las tecnológicas, pero con riesgos por el camino. La opinión más generalizada descuenta un escenario macroeconómico positivo, aunque la inflación pueda subir un poco, hacia el 3%, y un crecimiento de beneficios de un 12% para las empresas del S&P 500 en 2026, que en Europa sería sensiblemente inferior.
De momento esta semana tenemos datos económicos relevantes en Estados Unidos, que llegan con retraso por el cierre de la administración pública en Estados Unidos durante varias semanas.
Los datos más relevantes son el informe de empleo de economía norteamericana en noviembre, las ventas minoristas de octubre, el PMI manufacturero de diciembre y la inflación de noviembre. Wall Street espera que los datos confirmen un crecimiento más débil del empleo y una inflación persistente en entornos del 3% frente al deseado 2% de la Fed.
En el plano de los resultados publican Nike, que es muy interesante como contraste a Lululemon, y Micron Technology, que es una de las grandes tecnológicas del Nasdaq y que el viernes cayó un 6,7%.
Aun a riesgo de equivocarnos, apostaríamos por una semana tranquila.