Ideas de inversión

La inflación como impuesto invisible y la maravilla de la capitalización compuesta

La inflación es el impuesto silencioso que va mermando el poder adquisitivo de los ciudadanos sin que estos sean conscientes del proceso de depreciación de su dinero. 

Existe la convención de considerar como medida de la inflación la evolución del IPC (Índice de Precios al Consumo). Este índice recoge la variación de los precios de una “cesta de la compra media” de los hogares. Como medida de la pérdida de poder adquisitivo, es un índice incompleto porque no recoge la evolución del precio de los activos reales, como el precio de las viviendas.

Aun siendo el IPC un índice imperfecto e incompleto, sirve para reflejar el perverso efecto de la inflación acumulada a lo largo de los años sobre el poder adquisitivo del dinero.

Así, con una inflación anual del 3%, en diez años el poder adquisitivo de 100.000 euros de hoy se convierte en el equivalente de 74.409 euros, con una pérdida de capacidad de compra de más del 25%.

En veinte años los 100.000 euros se convierten en un equivalente a 55.368 euros, con una pérdida de capacidad adquisitiva del 45%. En treinta y cuarenta años la pérdida de capacidad de compra alcanza el 59% o el 69%, respectivamente. Estas cifras no consideran el incremento del valor de los activos, entre ellos el de los activos inmobiliarios.

 

Frente al perverso efecto del impuesto silencioso que representa la inflación, los ahorradores e inversores pueden aprovechar las bondades de la capitalización compuesta en las inversiones.

La capitalización compuesta se conoce popularmente como la “octava maravilla del mundo”. Si los intereses generados por una inversión se vuelven a invertir, en lugar de ser consumidos, el aumento del capital crece más que proporcionalmente. El efecto de la capitalización compuesta hace que el dinero crezca exponencialmente con el tiempo. Se generan intereses sobre los intereses. Adicionalmente, el tiempo multiplica el crecimiento.

Si una persona empieza a aportar con 25 años 5.000 euros al año y obtiene una rentabilidad anual del 5%, el capital que obtendrá a los 65 años será de algo más de 669.000 euros. Si otra persona, con las mismas aportaciones anuales y la misma rentabilidad, comienza su ahorro periódico a los 35 años, obtendrá 370.000 euros al llegar a los 65 años. Por último, si se espera hasta los 45 años para realizar las mismas aportaciones anuales, el patrimonio obtenido a los 65 años será de solo 186.000 euros.

 

El que empezó a ahorrar con 25 años habrá aportado 200.000 euros a lo largo de 40 años, pero habrá obtenido 469.000 euros de intereses (2,3 veces el capital aportado). La persona que comenzó su ahorro periódico con 35 años habrá aportado 150.000 euros a lo largo de 30 años y habrá obtenido 220.000 euros de intereses (1,5 veces el capital aportado). Por último, el que comenzó a los 45 años habrá aportado 100.000 euros en 20 años y los intereses obtenidos serán de 89.000 euros (menos de una vez el capital aportado).

En el ahorro periódico el factor tiempo es crucial. Cuanto antes se empiece, mayor efecto tiene la capitalización compuesta. Frente a la erosión sobre el poder adquisitivo por la permanente inflación el ahorro periódico, de acuerdo con la capacidad de cada uno, puede ayudar a mitigar los efectos dañinos de la pérdida de poder adquisitivo.