Ideas de inversión

Cómo encajar el gasto en defensa en el presupuesto familiar

Cualquier familia, cualquier comunidad de propietarios, cualquier empresa y cualquier administración pública realiza anualmente un presupuesto de ingresos y gastos previstos para el año. Para ello se recopilan los gastos del año anterior agrupados por categorías. A partir de ahí, se analiza qué partidas previsiblemente aumentarán el próximo ejercicio y cuáles se reducirán.

Una vez analizados los gastos, se estudia si los ingresos esperados serán suficientes para cubrir los gastos planificados. En caso de no ser suficientes, o se recortan determinadas partidas de gastos o, de no ser posible, se deberá recurrir al endeudamiento, cuando esto sea factible.

Para la realización de este ejercicio de presupuestación de los gastos previstos para un año se toma como base los gastos incurridos en cada partida el año anterior. Esto es lógico siempre que no haya eventos extraordinarios que descoloquen la jerarquía de los gastos. Cuando estos gastos extraordinarios aparecen, es imprescindible realizar un presupuesto “base cero”. Es decir, se elabora el presupuesto no dando por buena la renovación de ningún gasto del año anterior sin justificar su verdadera necesidad ante las nuevas circunstancias.

La Unión Europea se enfrenta a un evento extraordinario que necesariamente modificará de forma estructural los presupuestos de los países miembros. Se ha anunciado un aumento del gasto en defensa de 800.000 millones de euros en cuatro años, de los que 650.000 millones deberán ser financiados por cada uno de los Estados miembros con cargo a sus propios presupuestos, y los restantes 150.000 millones serán financiados por préstamos de la UE a los Estados miembros. Estos préstamos también habrá que devolverlos. No son préstamos a fondo perdido.

Aunque políticamente se llegue al acuerdo de no tener en cuenta los gastos en defensa con cargo a cada uno de los presupuestos nacionales en el análisis del cumplimiento de los niveles máximos del déficit público de cada paíslos déficits reales van a aumentar y, consecuentemente, la deuda pública también.

Toda deuda hay que financiarla. La capacidad de los distintos países para aumentar la deuda pública desde los niveles actuales es disparAlemania es el único país de las principales economías de la UE que realmente tiene margen para incrementar su nivel de deuda sin excesivos problemas, salvo por el aumento del coste de la deuda, como se ha visto en las últimas semanas. La mayoría del resto de países europeos, guste o no, van a tener que reducir otras partidas de gastos para aumentar los gastos en defensa.

Cabe recordar las declaraciones que el actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte, realizó el pasado mes de diciembre: “De media, los países europeos fácilmente gastan hasta un cuarto de sus ingresos nacionales en pensiones, sanidad y sistemas de seguridad social. Necesitamos que una pequeña fracción de dicho dinero se dedique a tener una defensa mucho más fuerte y a preservar nuestro modo de vida. La libertad no es gratis”.

La tentación de muchos gobiernos será subir los impuestos para cubrir el aumento de gastos, pero, desde los actuales niveles de imposición, dicha medida puede provocar una reducción de la actividad y de la recaudación final.

Los distintos países europeos van a tener que realizar un ejercicio de análisis de la viabilidad y necesidad de todos los gastos incluidos en el presupuesto. Se impone la elaboración de un “presupuesto en base cero”, que no dé por buena la renovación del importe de los gastos del año anterior solamente porque se ha incurrido en dicho gasto en los años anteriores.

La discutida actuación de Elon Musk al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) sigue este principio. Supone romper con una tendencia de décadas: un gasto aparecía en el presupuesto del año siguiente simplemente porque ya aparecía en el presupuesto del año anterior. Al margen de las formas y posibles excesos de la actuación de Elon Musk, indudablemente es una buena política reexaminar la necesidad de cada uno de los gastos de las administraciones.

Pretender que los países de la Unión Europea gasten 800.000 millones de euros en defensa en cuatro años y que no afecte a la composición de los presupuestos nacionales, y las distintas partidas de gasto, es una quimera. La realidad se acaba imponiendo.