Ideas de inversión

Las Bolsas se sumergen en el 'tsunami' de la inteligencia artificial y de la superliquidez

El pasado miércoles, Larry Ellison, fundador de Oracle y leyenda viva de la tecnología desde antes de que Silicon Valley fuese Silicon Valley, decía, en la presentación de resultados (bastante normales, por cierto) de la compañía, que “no todos comprenden la magnitud del tsunami que se avecina” con la inteligencia artificial. Tal vez no todos entiendan esa magnitud, pero desde luego las Bolsas, unas Bolsas siempre dispuestas a celebrar el mañana sin inquietarse por el hoy, sí están poniendo debidamente en valor la revolución de la inteligencia artificial, y sí se están sumergiendo en ese tsunami, algunos piensan que incluso de forma muy excesiva.

Un ejemplo de ello es la propia Oracle, cuya cotización en Bolsa se disparaba el pasado miércoles un 36% tras anunciar un acuerdo a cinco años por trescientos mil millones de dólares con Open AI, que se ha convertido en la compañía más “glamurosa” del ya de por sí fascinante y en cierto modo mágico mundo de la inteligencia artificial. Una compañía con la que Oracle comparte el proyecto Stargate, patrocinado por Trump y en el que está también SoftBank.

Impulsadas por Oracle y por la renovada fiebre de la alta tecnología, las Bolsas han cerrado una semana extraordinaria, una más dentro del también extraordinario rally que empezó el 9 de abril. Esta última semana el S&P ha subido un 1,6%, alcanzando tres récords históricos consecutivos en las cinco sesiones, y lleva ya cuatro meses y medio sin una caída (“drawdown”) igual o superior al 5%, lo que le acerca al récord de los últimos 16 años. Por su lado, el Nasdaq ha subido un 2% y el viernes terminó en máximos históricos de todos los tiempos, situándose holgadamente por encima de los 22.000 puntos. El Dow Jones, por su lado, se ha conformado con una subida del 1% en la semana, pero el jueves superaba sus máximos históricos de todos los tiempos, tanto de cierre como intradiarios y va camino de los 50.000 puntos.

Lo interesante es que esta vez la excitación alcista ha sido compartida por prácticamente todas las Bolsas globales, aunque algunas europeas se han quedado algo atrás. El Nikkei ha subido un 4% en la semana, con tres máximos históricos consecutivos, incluido el de la sesión de cierre el vienes. La Bolsa de Hong Kong ha subido un 3,8% y acumula ya un alza del 31,5% en el año. Entre las europeas, el Ibex ha subido un 3,1% en la semana, el Cac francés un 2%, lo cual es bastante llamativo dada la situación que vive Francia, el Mib italiano un 2,3% y el Eurostoxx un 1,4%. El Dax alemán, sin embargo, solo ha subido un 0,4%, a pesar de que Rheinmetall sigue disparada y ha ganado un 8,7%.

Más interesante aún es el hecho de que la euforia haya coincidido con una serie de datos macroeconómicos no precisamente buenos. El jueves se publicó la inflación americana de agosto, y fue peor de lo esperado, acercándose ya al 3% tras una subida mensual que es la mayor desde enero. La inflación subyacente se mantuvo en el 3,1%, un dato que tampoco es bueno. Tampoco fueron buenos los datos de empleo. Las peticiones semanales de subsidio de desempleo, publicadas también el jueves, subieron con fuerza en la semana, coincidiendo, además, con la revisión anual de los datos de empleo, una revisión que redujo nada más y nada menos que en 911.000 los puestos de trabajo creados en los últimos doce meses. En línea con lo anterior, y como no podía ser de otra manera, la encuesta de confianza del consumidor americano publicada por la Universidad de Michigan el viernes refleja un serio deterioro del ánimo de los consumidores, al situarse el índice en 55,4 puntos, que es el mínimo de los últimos cuatro meses. Es verdad que los precios industriales (PPI) se han comportado mejor en agosto y es verdad que la debilidad del empleo mueve a pensar en recortes de tipos generosos por parte de la Fed, pero, por mucho que se quiera ver su mejor cara, los datos macro no son nada buenos.

En el plano geopolítico las noticias tampoco han sido buenas. La situación de Francia, por un lado, y el asesinato de un comunicador cercano a Trump en Estados Unidos, por otro, muestran que hay mar de fondo, en parte porque el malestar de las clases medias persiste y en parte porque los conflictos geopolíticos abiertos (Ucrania, Gaza) o latentes (expansionismo ruso y chino) no se han cerrado ni parece que se vayan a cerrar en breve. Lo cual provoca tensión en la sociedad y alarma en ciertas zonas, como estos días en las fronteras de Polonia y otros países de Europa del Este, tras las señales amenazantes lanzadas por un Putin que claramente ha decidido ignorar a Trump.

Frente a todo lo anterior están las empresas, que han cerrado brillantemente la temporada de presentación de resultados del segundo trimestre y que siguen dando buenas noticias. En Estados Unidos esta semana ha sido el turno de Oracle, y en Europa el de la española Inditex. La onda expansiva de esas dos compañías ha sido amplia, sobre todo la de Oracle. Nvidia ha subido en la semana un 6,5%, Microsoft un 3%, Alphabet un 2,5% y Tesla un 12,8%. Pero no todas las tecnológicas han corrido la misma suerte. Meta Platforms ha subido tan solo un 0,4% en la semana. Apple, cuyo nuevo iPhone 17 no ha gustado demasiado, ha corregido un 2,3% en la semana, Amazon un 1,8% y Netflix un 4,5%.

Esa concentración de las subidas en pocos valores (Oracle y Nvidia, por ejemplo, explican el cien por cien de la subida del S&P el pasado miércoles) no es una muestra de fortaleza de las Bolsas, sino todo lo contrario. Y tampoco lo es que los mercados hagan caso omiso de situaciones problemáticas, como la ya mencionada de Francia. Esta semana hemos visto subir al Cac francés y hemos visto cómo el tipo de interés del bono del Tesoro francés a diez años ha bajado ligeramente, igual o más incluso que el de los restantes Tesoros europeos. La extrema indiferencia y falta de sensibilidad de los inversores puede indicar que los mercados están dejando de cumplir adecuadamente su función de valorar los riesgos y asignar eficientemente los recursos.

Como ya hemos dicho muchas veces en estos comentarios, la explicación última es la enorme liquidez del sistema, que está siendo además ampliada de forma paralela a través de lo que venimos llamando la cripto expansión monetaria”. Al aumentar la emisión y el valor de mercado de las “criptocurrencies”, se crea una masa de liquidez (llamémosle cuasi dinero) adicional a la del dinero “oficial” y aumenta a la vez la velocidad de circulación del dinero, por la tecnología de registro descentralizado digital y global en la que corren las “criptocurrencies”. Con el bitcoin camino otra vez de los 120.000 dólares y el ether superando los 4.500 dólares la “cripto expansión monetaria” parece gozar de buena salud, y una prueba más de esa buena salud es la salida a Bolsa de Gemini Space Station, la plataforma cripto creada por los hermanos Winklevoss, polémicos fundadores en su día de Meta, junto a Marck Zuckeberg. Gemini Space Station salió a Bolsa el pasado viernes y subió más de un 14% en el debut bursátil. Y, por cierto, los hermanos Winklevoss dijeron en el evento de salida al mercado que el bitcoin alcanzará el millón de dólares en los próximos diez años.

Como hemos dicho en alguna otra ocasión, no hay nada imposible en el nuevo mundo en el que se combinan la superliquidez y la superinteligencia artificial y, por tanto, ya hasta parece normal pensar en el S&P en 10.000 puntos, el oro en 6.000 dólares o el bitcoin en un millón dólares. Pero es conveniente bajar los pies a la tierra y salir un poco de ese tsunami mental.

Esta semana el plato fuerte es la reunión de la Fedpero tal vez pueda tener mayor importancia el vencimiento trimestral de futuros y opciones el próximo viernes, la llamada “triple hora bruja”. Lo normal es que el vencimiento vaya en la misma dirección en la que ha ido el trimestre, es decir, que sea alcista. Con ese apoyo y el de la Fed lo normal es que siga la fiesta bursátil, sin que de momento el posible maremoto que pueda provocar ese tsunami al que alude Larry Ellison parezca inquietar lo más mínimo a los inversores.