Suele decirse, siguiendo a Keynes, que la dificultad no está en tener nuevas ideas, sino en escapar de las viejas, y, tal vez por ello, esta última semana han hecho su reaparición en los mercados dos viejos conocidos de los inversores, la tecnología y las políticas monetarias expansivas. Dos factores que han estado presentes a lo largo de todo el ciclo alcista bursátil de la última década y media, y que siguen estando ahí.
El inicio de las bajadas de tipos por parte de la Fed, por un lado, y las fuertes subidas de las grandes tecnológicas, por otro, han propiciado una nueva semana de récords, sobre todo en los índices americanos. El pasado viernes el Nasdaq, el S&P, el Dow Jones y el Russell 2000 batían sus máximos históricos de todos los tiempos, tras subidas semanales del 2,2% en el Nasdaq y el Russell 2000, del 1,2% en el S&P y del 1% en el Dow Jones. Unas subidas que también se han contagiado al Eurostoxx (+1,3% en la semana) muy ayudado por tecnológicas como ASML (+14,5% en la semana) y SAP (+3,8% en la semana), pero no a otras Bolsas europeas, como el Dax alemán, el Mib italiano o nuestro Ibex, que han bajado ligeramente.
La decisión de la Fed, como decíamos, ha tenido bastante que ver en el buen tono bursátil, a pesar de que la primera reacción de Wall Street a la bajada de un cuarto de punto de los tipos de interés fue más bien fría, porque algunos esperaban medio punto. Además, la Fed habló de dos recortes más este año y uno el que viene, y los mercados esperaban seis o siete recortes entre este año y el próximo. Pero lo importante, en cualquier caso, es que el precio del dinero va a bajar en Estados Unidos y eso anima a las Bolsas.
El otro factor de alza semanal han sido las grandes tecnológicas. La mejor ha sido Intel, que el jueves, tras el anuncio de que Nvidia va a invertir cinco mil millones de dólares en su capital, se disparó al alza más de un 30% y ha terminado la semana subiendo un 22,8%. Alphabet ha subido un 5,8%, Oracle un 5,6%, Apple un 4,9%, Meta un 3%, Tesla un 7,6%, Netflix un 3,2%, Microsoft un 1,57% y Amazon un 1,5%. Solo hemos visto recortes en Nvidia (-0,65%) y en Broadcom (-4,15%).
En medio de tanta euforia, puede parecer extraño, y lo es, que hace tan solo cinco meses, a principios de abril, se viviesen momentos de pánico en los mercados, y que en aquel momento muchos pensasen que las políticas del nuevo presidente norteamericano, Donald Trump, iban a conducir al mundo hacia el abismo. Trump generaba una gran desconfianza y, en general, se pensaba que no tenía capacidad para dirigir la economía americana y global. En pocos meses, sorprendentemente, la descalificación se ha convertido en aplauso y ahora cada decisión y cada movimiento de Trump es celebrado por las Bolsas.
¿Qué ha cambiado desde abril?
Podríamos decir que cuatro cosas. La primera es que Trump ha relajado notablemente su agresividad comercial, alcanzando acuerdos sobre aranceles con buena parte del mundo. La segunda es que las políticas de Trump no han provocado, al menos de momento, una recesión en la economía, y las empresas siguen incrementando sus beneficios, como se ha visto en la presentación de resultados del segundo trimestre. La tercera es que los inversores han abrazado de nuevo, y con más vigor incluso que antes, la fe en que la inteligencia artificial va a transformar positivamente el mundo. La cuarta, y tal vez la más importante para Wall Street, es que Trump ha dejado a un lado sus ideas iniciales de ortodoxia fiscal y monetaria y se ha entregado a la fiesta del dinero abundante y barato, añadiendo además a la oferta monetaria las criptomonedas (léase sobre todo bitcoin) y las “stable coins”, que de paso le permiten financiar mejor la elevadísima deuda pública norteamericana.
Las Bolsas parecen haber entendido de repente que el “trumpismo” sí tenía un plan y lo están celebrando con una subida muy lineal, que en el caso del S&P va camino del 40% desde los mínimos de abril. La sospecha que flota en el ambiente es que esa euforia puede estar incubando una monumental burbuja. Algunos analistas serios, como Ray Dalio, creen que esa burbuja ya está ahí, y que va a estallar. Por eso recomiendan refugiarse en el oro ante la catástrofe que, según ellos, podría estar avecinándose. Esa idea vendría avalada por el hecho de que las Bolsas celebren con entusiasmo todas y cada una de las noticias, sean buenas, malas o regulares, o por el hecho de que veamos de pronto alzas espectaculares, tanto en compañías muy poco serias, las llamadas “meme stocks”, como en empresas sólidas, como Oracle la semana pasada o Intel el pasado jueves.
Sin llegar a ese extremo, y sin pensar en burbujas o en “crashes” inminentes, sí cabe decir dos cosas. La primera es que las políticas de Trump van a pasar factura al crecimiento y a la inflación, como señalaba la propia Fed el miércoles pasado al actualizar el cuadro macroeconómico. A lo mejor no se llega a recesión global, pero habrá desaceleración (‘slowdown’) y algo más de inflación. La segunda cosa es que las Bolsas, y en particular algunos segmentos como las grandes tecnológicas, los semiconductores o la inteligencia artificial, están sobrevaloradas. Cada vez son más los expertos del sector, como Sam Altman, fundador de Open AI, que advierten de que mucha gente va a perder dinero con la inteligencia artificial.
Si miramos con un poco de perspectiva las cosas lo cierto es que el mundo está elaborando un nuevo consenso, que sustituya al llamado “Washington Consensus”, un modelo que ha estado vigente durante varias décadas, y que ha funcionado bien, basado en la ausencia de barreras comerciales, la ausencia de intromisión de los gobiernos en las empresas privadas y la convivencia entre China y Estados Unidos. Ese modelo estaba agotado, y ahora está girando hacia la utilización de las barreras comerciales para objetivos políticos y hacia políticas industriales activas en todos los sectores (salud, energía, tecnología, semiconductores…), algo que Trump está llevando a una nueva escala, pero que realmente ya empezó con Biden, que en 2022 promulgó la CHIPS Act para fomentar la producción nacional de Chips en Estados Unidos.
Y lo que parecen celebrar con tanto entusiasmo las Bolsas es que por ahora el camino hacia ese nuevo modelo parece ir bien. Pero… ¿realmente va tan bien? Podemos ponerlo en duda y, sobre todo, podemos poner en duda que, aunque al final haya una “tierra prometida” no tengamos que pasar previamente, como en el Éxodo, por un doloroso “paso del desierto” para llegar a buen puerto y conseguir un modelo que funcione y que evite los desequilibrios creados por el modelo anterior.
Los problemas que estamos viendo en Francia y en Europa en general son una muestra de ello. Mario Draghi decía el pasado martes en un discurso pronunciado delante de Von der Leyen, que Europa, en el año transcurrido desde su famoso informe, no ha hecho nada, que está peor que hace un año y que no toma ninguna decisión y se queda en las palabras huecas. Draghi se sitúa así en las antípodas de quienes piensan que Europa va a aprovechar lo mal que Trump, según ellos, va a hacer las cosas, para despegar económicamente. Esa idea, que era dominante en abril, parece ahora cada vez más ilusoria.
En definitiva, el viejo modelo de Bolsas americanas dominando y tecnología dominando, financiadas generosamente por dinero abundante y barato, parece volver, porque, como decía Keynes, es difícil escapar de las viejas ideas. Pero esas viejas ideas, aunque se resisten a desaparecer del escenario, ahora se producen en un contexto nuevo, dentro de lo que podríamos llamar la era de la “superinteligencia artificial” y la “superliquidez”.
En nuestra opinión, la dirección última de las Bolsas es a largo plazo hacia arriba, por muchos motivos, pero están yendo demasiado rápido y sería bueno que descansen un poco o incluso corrijan, porque si no, puede haber tormentas bruscas. Lo que pasa es que estas inercias alcistas, como las bajistas, pueden ir bastante más allá de cualquier límite racional, como también decía el propio Keynes.
De momento, esta semana tenemos la revisión del PIB americano del segundo trimestre el jueves y el deflactor de gastos personales (PCE deflator) el viernes, además del informe de sentimiento del consumidor de la universidad de Michigan el viernes. En Europa, se publicarán los PMI preliminares de septiembre, tendremos encuesta de confianza del consumidor el lunes y encuesta IFO en Alemania el miércoles.
Lo normal es que la inercia alcista continúe, pero un ambiente tan sobrecargado puede provocar reacciones bruscas en cualquier momento.